jueves, 4 de diciembre de 2008

Àború Àboyè Àbosíse!

NÍGÀTÍ ÀTI YAN MI, MO YAN ARÁ MI.
Después de que fui iniciado, me inicié a mí mismo.

Algunos veneradores de los Òrìsà tienen la noción errónea de que la iniciación en los Misterios de los Òrìsà eliminará todos los problemas de su vida, les dará el poder de trascender las dificultades y los hará inmunes a la tragedia. Todas estas nociones son inexactas. El propósito de la iniciación es dar al devoto una conciencia más profunda del ser y del Mundo. Esta conciencia se vuelve el cimiento para un proceso de solución de problemas que está basado en una visión completizadora de la interacción personal y ambiental. La iniciación establece una manera de ver, una manera de oír y una manera de ser. No remueve "mágicamente" las dificultades de la vida del iniciado.

El único modo en que el poder de la iniciación es sostenido es que el iniciado reafirme los principios de los Òrìsà tal como son experimentados durante el ritual de pasaje que da nacimiento a los sacerdotes y sacerdotisas de los Òrìsà. Este es y siempre será un proceso de trascender limitaciones. Cada nueva revelación, cada nueva comprensión, cada nueva experiencia lleva consigo potencial para la iluminación. Cada vez que expandimos nuestra conciencia, el viejo ser debe morir y volver a nacer en una nueva profundidad de sabiduría. Dejar ir al viejo ser, dejar ir las viejas ideas, dejar ir las viejas maneras de ver, puede ser una tarea difícil y dolorosa. La experiencia de dejar ir, en el contexto de la iniciación, da al iniciado una experiencia simbólica de los cambios internos y externos que ocurren cada vez que expandimos nuestra conciencia.

Los que están buscando un fin a las dificultades, al conflicto y a los desafíos están buscando el final de la vida, no las bendiciones de la vida. En la cosmología de Ifá, todas las formas de la abundancia llegan como consecuencia de la transformación.

Ódàbò!

Awo Fábíyìí Àkínsegún
Ilé Àbómalè Ifá Òrìsà
Ìjo Ifá Ohùn Olódùmarè
Panamá

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